Los restos del Sumo Pontífice yacen en una sepultura de piedra tenuemente iluminada. La lápida es sencilla y tiene una única inscripción: "Franciscus".
Miles de personas formaron largas filas este domingo frente a la Basílica de Santa María la Mayor para rendir homenaje al papa Francisco, en el primer día de apertura al público de su tumba. La afluencia masiva de fieles marca el inicio de un luto popular profundamente sentido tanto en Roma como en todo el mundo.
Los restos de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa argentino y latinoamericano, descansan en el interior de la basílica romana, tal como él mismo lo dispuso en vida. La sepultura, sencilla y serena, fue instalada tras una ceremonia privada realizada el sábado, poco después del funeral multitudinario celebrado en la Plaza de San Pedro.
El Sumo Pontífice había pedido descansar en el lugar al que tantas veces acudió en silencio, escapando de las luces de la plaza de San Pedro.
Cumpliendo su voluntad testamentaria, la tumba está hecha de piedra de Liguria -región de la que provienen sus antepasados italianos- y lleva una única inscripción en latín: Franciscus. Una rosa blanca reposa sobre la lápida, mientras una suave luz cálida ilumina el lugar. Sobre la pared, cuelga una reproducción de su cruz pectoral, símbolo de su anhelo de humildad incluso frente a la eternidad.
La apertura del sepulcro al público dio lugar a una movilización espontánea de fieles que acudieron en silencio, entre rezos y lágrimas. Santa María la Mayor fue el santuario predilecto de Francisco durante su papado, y allí eligió reposar definitivamente, lejos de los mausoleos vaticanos tradicionales.
La escena en Roma es de recogimiento y respeto. Las autoridades locales estiman que más de 20.000 personas podrían pasar por la tumba en los próximos días. La basílica permanecerá abierta durante horarios extendidos para permitir el ingreso de los fieles, que encuentran en ese espacio austero un eco del legado espiritual de Francisco.